miércoles, 5 de febrero de 2014

Ajedrez con la Muerte





Prologo






Todo empezó un jueves del mes de junio, un día antes de que se apareciera el invierno, para aquel entonces vivía con mi abuelo, puesto que cuidaba de él.  Llegue casi exhausto del viaje entre caminata y colectivo (autobús urbano), que recorría varias localidades en el área. Mi abuelo cenaba, mi tío miraba la televisión y mi tía hablaba con ellos. Mi abuelo accidentalmente golpeó con su codo izquierdo el vaso de vino, el cual cayó al suelo, esto causo que mi tío y mi tía, empezaran a gritarle a mi abuelo sobre su descuido, al ver esto, lo que quise hacer es solo irme a dormir. Ese día no comí, solo me fui a dormir. Tenía somnolencia.

Me recosté, cerré mis ojos, y me deje llevar por Morfeo, hacia el valle de las almas. Pero al despertar no estaba en el lugar que creí estar. Y no fue un sueño lo que parecía que fuera, porque lo sentía, sentía mis manos, mi cuerpo, sentía el aire golpear mi rostro, y el ruido como si fuera real.





El Ambiente



Templado, oscuro, el cielo rimbombante y nublado.. siniestro lugar el que me encontraba; campo infinito, lleno de trigo, con fardos de paja circundante por todo el sitio.  No había un pueblo cerca, no había formas ni colores más de los que mis ojos vieran. No había caminos, ni senderos que cruzasen el horizonte, solo era una línea purpura y azulada que separaba el campo del firmamento. El trigo se doraba ante el ocaso diurno, como si el mismísimo Rey Midas hubiera tocado esos campos.

Yo me encontraba parado en una plataforma de madera con tablones a mis pies, uno delante del otro, el techo similar, con vigas y columnas que sostenían el sitio. Se escuchaba el crujir de la madera y sus vertientes al pisar el suelo que tenía astillas. Estaba semi desnudo, solo llevaba unos pantalones de color beige harapientos y sujetados por cuerdas.  Mis manos y mis pies atados con sogas y delante mio una gran fila de gente, en similares condiciones, hombre y mujeres, por detrás también. Fue ahí entonces donde ya no me gustaba esa vivencia, si es que fue un sueño o no.

La gente hablaba en diferentes idiomas, alemán, sueco, hebreo, inglés. Por suerte podía tener noción de algunos de esos idiomas, es decir no saber que dicen, salvo un poco de ingles, pero si identificarlos. El miedo era la peor arma que podría haber tenido y la peor forma de enfrentar lo que se avecinaba luego.

La fila avanzaba lentamente, siempre con una persona que corría por ese campo hasta desvanecerse. Todas las personas que salían corriendo goteaban sangre de extremidades cercenadas completamente, como si algo les hubiera arrancado de cuajo parte de sus miembros.





El Juicio - Parte 1
 


Mis ojos se adentraron en una oscura sensación de malestar, temía algo malo que podía pasar.... ¡es esa intuición personal en la que te das cuenta que las cosas no son agradables, ni lo serán!; quería despertar y decir basta, pero mi estado de consciencia era demasiado lúcido para ser un sueño. Como podía sentir, y percibir sensaciones reales, tener la prudencia de lo que quiera que pase o del despertar de un sitio. O mis reflejos estaban siendo demasiado rigurosos, o simplemente… era real.

Mientras avanzaba la fila, intentaba desatarme y buscar la manera de escapar de la situación, pero era imposible, los amarres eran muy fuertes y no había nada allí que me sirviera de utensilio para cortarlas. Me sentía en estado de pánico por no poder controlar la situación.

Y la fila avanzaba. Y los sucesos desagradables proseguían, una y otra y otra vez.

Habrá sido en un abrir y cerrar de ojos que ya estaba casi delante, un velo oscuro segmentaba lo que había delante de mi compañero; el que estaba delante mio. Al cruzar los amarres entre el y yo se soltaron, pero si seguían con el trasero, y luego lo vi correr a través del trigo, teñido en sangre hasta esfumarse.

Y entonces algo me empujo a caminar hacia ese velo, y atravesarlo. Sentía que iba contra mi voluntad. Y crucé….

Trascendentales imágenes, atemorizantes miradas oscuras, huecas, sin colores ni matices. Oprobio de los dioses y anhedonia de la putrefacción. Ese hedor ingente y asqueroso que despide un cuerpo al ser aliento de los gusanos en la tierra. Esa fue mi visión, al vislumbrar lo que veía al cruzar el manto negro que cubría lo que no debía verse.

La imagen era macabra y a la vez sublime, había dos individuos, (si así pudiese describirse)

Frente a mí, había un tocón de madera, resto de lo que era un árbol que quizás haya tenido su historia, las raíces atravesaban el suelo como si estuvieran fusionados uno con el otro. A su izquierda; mi derecha en ese entonces, se observaba a un hombre grande y corpulento. El sujeto era morrudo, y parecería que su piel destilara resina aceitosa como sudor, su vestimenta no difería mucho de la mía. Salvo por unas sandalias grandes y amarradas hasta sus rotulas como serpientes. Entre sus manos yacía un hacha de doble filo, uno de sus cortes poseía sangre seca y gangrenada como si algo hubiera sido atravesado; en su cabeza había una capucha negra, no se le podían ver los ojos, puesto que no poseía abertura alguna.

Y…a mi izquierda, ahí estaba… ella, encantadora imagen, hasta entonces para mí había sido un icono pseudo-religioso del siglo XII, pero cuando la vi, ahí parada mirándome con sus cuencas oscuras y su lúgubre gesto, no podía entender a que se debía tal suceso. Parca, muerte, como quieran llamarle, la misma señora que sega los hilos plateados de la vida, estaba frente a mi, observándome, aspirando cada una de mis exhalaciones, intentando beberme vivo, consumir mi valor e infundir  miedo.

A pesar que un cráneo humano no puede crear gestos, por no tener músculos, esta se deformaba, y esa tétrica sonrisa se dibujaba en su rostro, dando dolor a mi vida, haciendo llorar hasta al propio cielo que empezó a tronar.  Su ropaje largo y negro, se podía observar perforado y andrajoso, en la mano derecha portaba el elemento que segaba vidas, el elemento de juicio y sometimiento de la vida, una guadaña con que seguramente ha truncado la luz que otros poseían y junto con eso, sus felices vidas. En el aire casi imperceptible a la vista, levitando a su izquierda, un reloj de arena; caía sin cesar, y en ella no había mucha por bajar, diría que mas de la mitad ya había caído en el fondo que a la vez es el principio de otro fin, infinitamente.

La Parca y el verdugo se miraron entre sí.

Aquel gordo grasoso tomo mi mano derecha, la ató al tocón, poniéndome de rodillas. Blandió su hacha varias veces para apuntar el corte perfecto, como un carnicero rebana un trozo de carne cruda y fría en su almacén. Mi reacción fue nula, mi estado de shock era simplemente aberrante, no podía gritar más que un sonido sordo que no podía escuchar por tanto miedo, solo quería despertar de aquella pesadilla. Pero el hacha no hizo otro retroceso para apuntar y corto, corto mi muñeca derecha. Me erguí y al ver ese muñón con algunas falanges quebradas pude sentir asco y miedo. El dolor era insoportable, y mis lágrimas caían una detrás de otra, sentía mi garganta seca como un desierto, no podía expresar esa situación tan desagradable que estaba pasando. Solo pude hacer lo único que podía hacer en ese momento…. Correr, correr de allí, por el campo y huir de la escena.  


Levántate y anda…




Desperté al instante.. llorando.. para darme cuenta que mi mano derecha no la sentía, era como si estuviera anestesiada… pensé… ¿dormí en mala postura?, ¡Nooo, estaba boca arriba!.. y de la nada empecé a sentir un dolor muy fuerte en mi muñeca, como si me hubieran lacerado… fui al baño rápidamente y la hundí en agua fría… así aun llorando… se iría después de 15 min, con un dolor muy fuerte. Mi temor se acrecentó cuando todos los jueves después de volver de clases de computación soñaba con cuerpos desmenuzados y cercenados, con sus lenguas fuera, con fetos en frascos y escondidos detrás de las paredes de las casas. Sabía que lo que hice estuvo mal, pero nunca pensé que sucederían estas cosas. A todo el mundo le mentía diciendo que era esquizofrenia, pero en el fondo yo sabía la verdad. Sabía que había cometido un grave error. Sabía que había trazado un pacto con la muerte, una que me haría ver las cosas que nunca creí jamás vivir. 


Muchos dicen que el mal no existe, pero de algún modo está allí, a nuestro alrededor. Ahora estaba pagando el precio de mi cabeza por jugar con fuego sin saber que puede quemar.

Ya era mitad de año, y era jueves. La escena se repitió de nuevo como un Deja vu, yo no podía creerlo. Mi abuelo había tirado el vaso al suelo con un codo, mi tía y mi tío gritaron por ello.


Yo: Otra vez rompiste otro vaso.

Tío: ¿Como otro vaso?, ¿Ya rompió otro y nosotros no sabemos?

Abuelo: No, no, yo no rompí nada.

Tía: ¿Seguro no?, ¿No me estará mintiendo?

Abuelo: Lo juro

Tío: Y cuando lo rompió si vos lo viste.

Yo: ¿Cómo cuándo?, hace un par de semanas atrás y se ensañaron con él.

Tía: Este chico está mal de la cabeza.

Yo: ¿No recuerdan?

Tío: Si la semana pasada él no estaba acá.

Yo: Discúlpenme, debo estar cansado.



Ignore y dije que sí, puede que me haya confundido, pero en mi interior sabía que ya había pasado eso, para colmo de los colmos yo tengo memoria eidética, algo que muy pocos pueden tener, yo lo considero una virtud, otros una locura.

Tenía sabor metálico en la boca, y una acidez estomacal fuerte. Tome un Omeprazol y me fui a descansar, estaba exhausto..






El Juicio - Parte 2



Nació de la nada, un susurro airoso que atravesaba mi nuca. Escalofríos por doquier hicieron temblar todo mi cuerpo cuando me encuentro en la misma escena de aquella vez. Mismo campo, misma fila, misma enfermedad.

Esta vez estaba en medio de la fila, casi llegando al final. Contar nuevamente lo que sucedió sería estúpido de mi parte. Paso algo similar, solo contaré lo que cambió en ese lugar. La gente ya no hablaba, sus lenguas ondulaban moviéndose en todas direcciones con placer a través de sus dientes mientras sus carcajadas acrecentaban en gritos de demencia.

Con sus propias salivas, reían escabrosamente como si desearan pasar su mano por una picadora de carne y mientras ven sus huesos quebrarse gritaban de placer. Esas eran las imágenes que se me veían a la mente en ese momento.

Cuando deberían estar asustados, estaban felices de recibir el castigo de la carne fresca.

Yo en cambio no comprendía si estaba en el infierno o en algo mucho peor. Sabía que no había vuelta atrás, sabía que ya había hecho lo que había hecho y tenía que pagar de alguna forma. Tal vez no era la forma que creía que tenía que pagar o tal vez yo no era el que tomaba esa elección. Me aterre aún más cuando uno de los de la fila se arrancó con sus mandíbulas parte de la carne de una mano dejando tendones y falanges a la vista, para saborear algo por su tremendo apetito....aun con la columna avanzando hacia la perdición.

Y llegó mi momento, esta vez no fue mi mano entera, suplique a la muerte que ya había aprendido la lección, que haría lo que sea para que esto se detuviese, el verdugo gimió como un cerdo en un chiquero al reír y verme en estado de shock; esta vez  fueron dos falanges el dedo índice y el anular (misma mano, a pesar que apuntó a cortar todos los dedos). El reloj de arena ya casi se acababa. Misma escena, salí corriendo de allí con dolor.






Viviendo una pesadilla



Me levanté de la cama sudado y no sentía esos dedos, solo el dolor terrible que me volvía loco, hice lo que debía hacer, abrí el grifo de agua fría, y los deje en remojo con mis lágrimas cayendo. Sabía que algo no estaba bien. Sabía que las cosas estaban empeorando y cada día estaba más mal.

Y sabía que no iba a detenerse hasta volverme o un maldito desquiciado, un loco o un cadáver. Ese fue el momento en que dije, prefiero morir antes que vivir una vida en un loquero, en un sitio donde vea todos los días esa carnicería.

No sé qué fue lo que me atacó primero, fue el cansancio de ver que todos los jueves se repetían la misma historia, una y otra y otra vez. Diferentes sueños aterradores, sin aun presentarse el del juicio. ¿Acaso era un adoctrinamiento para volverme loco y generar más locura preguntaba en mí? ¿Había acaso perdido ya la noción de mi ganas de vivir?. ¿Querría la muerte que me suicidase para hacer el trámite más corto?




Adáptate o Perece




Cada día de mi vida intentaba balancear todo aquello que me desequilibraba, tenía entendido que debía o adaptarme e intentar sobrevivir o dejarme morir. Palabras similares a las que Hamlet se cuestionaba antes de matar a su tío por que este asesino a su padre envenenándolo para quedarse con su madre y su trono. Solo que en Hamlet era un dilema, dos soluciones que terminan con tragedias, pero en mi caso tenía que haber una forma de que ese dilema se convirtiera en problema, y generar varias oportunidades, al menos una salida, en la que saldría ganando. Pero… ¿cuál era la solución?

Estaba lejos de mis cabales, pensaba y pensaba, buscaba lo imposible, hasta que se me paso por la mente algo. Ese día sabía que haría o podría hacer historia o encadenarme a un abismo sin fin. Pero era cuestión de tomar valor; una decisión definitiva.

Volví a quedarme solo en la penumbra de la cama mientras mis ojos se cerraban, pero con la solución. Solo necesitaba una forma de desatar mi mente. Mientras mis ojos se cerraban, pensé con muchas ganas en aquello que anhelaba más que cualquier otra cosa, como todo el mundo. Ser libre.







Juicio Final



Desperté parado, aunque la locura reinaba ante mí. Había amanecido en ese sitio enceguecido con algo que se llama cólera. Esta vez no llegué con miedo, esta vez llegue con coraje, ese día en ese campo yo iba a imponer mi propio juicio. Mi vida me pertenece y ningún otro individuo, ni la misma muerte (si es que es ella realmente) tiene derecho a manipularme.

Mire por detrás, ya último en la línea mire hacia abajo, un trozo de madera puntiagudo. Mirando que no haya moros en la costa, lo frote hasta cortar los amarres de los pies y manos, lo guarde en mi espalda metida casi en la parte trasera de mi pantalón andrajoso.

Camine hacia delante, sin temor, lleno de ira, con ganas de desarmar a la parca y convertirla en una montaña de huesos. Era tanto mi deseo de verla sufrir que ya no respetaba sus juicios. Pues para mí no era lo que decía ser. La muerte no trabaja de este modo. Dudaba de ella.

Lo asimile porque yo hice lo que hice. Recuerdo cuando monte un altar con sigilos y velas negras; un maleficio sobre mí mismo esgrimí; estúpido para algunos quizás. Pero no era mi intensión lastimar a nadie, prefería ser yo la rata de laboratorio. Esa magia negra, permitía según sus escritos ver más allá de las almas, ver lo que otros no pueden ver. Fue firmada con mi sangre y luego quemada para evitar que el contrato con dicho "Ser" pueda  quebrantarse. ¡¡¡Si!!!, así es, ahora saben la verdad. Yo mismo me hice esto. Y no es broma. Todo esto es verdad. No me importa si me creen o no.. yo sí lo creo, hay que ver y vivir para creer ¿no?





El Silencio Antes De La Tormenta



Al llegar al frente el velo negro se desvistió y se dejó ver. La muerte me propuso mi cabeza por vivir en el mundo de los muertos y ser parte de su camada. Estaba al tanto de que no veía temor e intuía que ella querría evitar cualquier pleito al no verme asustado. Pero lo que no sabía, era que ya era tarde. Nunca sabemos de lo que somos capaces cuando una situación nos ahoga tanto como para perder la razon despues de ser torturado multiples veces.

Camine hacia ella; el gordo verdugo se quitó la máscara, revelando su rostro lleno de hongos y gusanos recorriendo parte de su carne, su lengua fue arrancada de cuajo, dejando ver solo trozos de dientes deformados por la falta de higiene.

Parca se dirigió a mí y mi dijo: por tu lengua y para que no puedas hablar, evito tu cabeza y tu pasas a reemplazarlo a él. Torturando almas por jugar con los sigilos del infierno.

Yo: La verdad es una oferta tentadora.

Parca: Así es, no tienes que pensarlo, solo di, sí o no. Y lo tendrás.

Yo: ¿Quién eres realmente? Tú no eres la muerte ¿o sí?

Parca: Tus dudas son tus propias respuestas. Pero que importa si lo soy o no. Puedes segar conmigo almas y cuerpos. Puedes infundir miedo. Solo tienes que pedirlo y lo tendrás.


Si aceptas, tendrás más que lujos, podrás usar toda esa rabia me que me muestras contra almas inocentes que jugaron con fuego, como tú lo has hecho. Y sino tendrás el privilegio de morir aquí y ahora, sin más, pero créeme que si tú crees que este es el peor camino, del otro lado te esperan cosas mucho más salvajes, ¿te gustaría ser como Sísifo, me preguntó? Tu bien sabes que no tienes elección alguna más que estas dos, así que apúrate por que el tiempo se te acaba. Ahora toma una decisión.

El reloj casi goteaba los pocos gránulos de arena.



Me dirigí hacia parca, a lo que empezó a retroceder ante mí, parecería que ahora la que me temía era ella no yo.

La mire con indiferencia, suavemente sin que esta pueda darse cuenta, puse mis manos por detrás para tomar ese trozo de palo puntiagudo mientras avanzaba hacia ella.



Y recordé unas palabras de un libro de H.P. Lovecraft; clamé esa frase con todas mis fuerzas “Que no está muerto lo que yace eternamente, y con los eones por venir incluso la muerte puede morir” al mismo tiempo vociferaba un ruido sordo y gutural de mis
cuerdas vocales mientras clavaba aquel palo en su pecho huesudo. 



Ella empezó a chillar con un sonido tan agudo que podría hacer sangrar los oídos de cualquier cosa existente. Se empezó a quemar y mientras las cenizas a esparcirse por doquier. Siempre rugiendo.

Mientras el cielo se inflamaba de tormentas y rayos que caían de fondo y relámpagos, el gordo verdugo no permitiría que esto pasara. Tomo el hacha y la levantó hacia mí. No me dio tiempo a hacer algo para defenderme, él fue demasiado rápido. Pero no llego a blandir su herramienta ya que el suelo de madera se empezó a resquebrajar y se abrió en dos; unas lenguas de fuego lo abrazaron y se lo llevaron hacia abajo, el suelo rápidamente se cerró, dejándome solo en la escena.

Al terminar esa locura, vi que la tormenta había parado, su guadaña, su hacha y su misión se habían desvanecido. No podía creer lo que había hecho. ¿Matar a la muerte es posible? Me decía por dentro. Sus cenizas ya no se veían por ningún sitio.

El cielo se despejó y salió el sol. Tan solo me quedaba hacer una cosa para salir de allí, mire hacia arriba, sonreí de placer y camine sobre el campo.




Wake up!



Al despertarme ya no sentí nada, no había dolores ni cosas enfermizas. Mi valor había derrotado a un ser despreciable. Aun le tengo respeto a la muerte, pero no miedo. Y hoy por hoy, tras pasar tanto tiempo de aquel día, miró hacia atrás y digo.. yo lo hice. Con voluntad y creencia, pude vencer lo invencible. Pero solo fue un deseo, y es el de querer ser libre, ni más, ni menos.





 





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