jueves, 6 de febrero de 2014

La Creación

En una aldea casi desolada, rodeada de hierba de un color verde enérgico, la oscuridad azotaba el mundo. Solo el fuego existía como único sustento de luz.

De esa aldea, en una choza que olía a tabaco… emergió un anciano de barbas largas; echo a mirar ese oscuro plano que sumía su mundo agónico. Y en el medio de la nada aparecieron unos extraños seres, parecían calamares o medusas… estos navegaban en el aire, destellaban colores que los aldeanos estaban asombrados. Puesto que no había tales seres que reflejaran estas señales. De sus extensos tentáculos emanaban colores rosáceos y verdes centelleantes, junto con una luz que resplandecía todo el sitio. Los aldeanos comenzaron a mirar estrepitosamente los dibujos que hacían en el aire. De repente el viejo anciano abre su boca; de alguna manera invitando a que uno de ellos hable. Y apresuradamente este ser luminoso se introduce en la boca del anciano, y automáticamente se cierran en un capullo que se seca… a los pocos segundos. Se abre tal como una flor, cual despeja pétalos de fuego anaranjados que gotean un líquido cristalino, de los pistilos nace una especie de esponja blanca diminuta que se eleva con el viento y planea hacia el oscuro plano.

Destellos aparecieron en “el arriba”, como si algo estuviera por caer…. Una especie de trazo se formó  creando un nuevo paisaje que teñía de costa a costa ese oscuro plano en celestes y azules… de ellas procedían unas siluetas esponjosas blancas que cubrían casi todo. Y de la nada… apareció el día. 

El anciano miro hacia arriba y con voz clara dijo: “Y así, es como se creó el cielo” 

La última gota de la flor de fuego cayó al suelo. Y se empezó a ahogar todo el sitio, dejando a la aldea en una pequeña montaña de tierra seca, con algunos árboles y plantas, desolada en medio de esa masa acuática. Esa isla. El anciano entonces dijo: “Y así, es como se creó el mar” 

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