Prologo
Todo empezó un jueves del mes de
junio, un día antes de que se apareciera el invierno, para aquel entonces vivía
con mi abuelo, puesto que cuidaba de él. Llegue casi exhausto del viaje entre caminata
y colectivo (autobús urbano), que recorría varias localidades en el área. Mi
abuelo cenaba, mi tío miraba la televisión y mi tía hablaba con ellos. Mi
abuelo accidentalmente golpeó con su codo izquierdo el vaso de vino, el cual
cayó al suelo, esto causo que mi tío y mi tía, empezaran a gritarle a mi abuelo
sobre su descuido, al ver esto, lo que quise hacer es solo irme a dormir. Ese día
no comí, solo me fui a dormir. Tenía somnolencia.
Me recosté, cerré mis ojos, y me
deje llevar por Morfeo, hacia el valle de las almas. Pero al despertar no
estaba en el lugar que creí estar. Y no fue un sueño lo que parecía que fuera,
porque lo sentía, sentía mis manos, mi cuerpo, sentía el aire golpear mi
rostro, y el ruido como si fuera real.
El Ambiente
Templado, oscuro, el cielo
rimbombante y nublado.. siniestro lugar el que me encontraba; campo infinito,
lleno de trigo, con fardos de paja circundante por todo el sitio. No había un pueblo cerca, no había formas ni
colores más de los que mis ojos vieran. No había caminos, ni senderos que
cruzasen el horizonte, solo era una línea purpura y azulada que separaba el
campo del firmamento. El trigo se doraba ante el ocaso diurno, como si el
mismísimo Rey Midas hubiera tocado esos campos.
Yo me encontraba parado en una
plataforma de madera con tablones a mis pies, uno delante del otro, el techo
similar, con vigas y columnas que sostenían el sitio. Se escuchaba el crujir de
la madera y sus vertientes al pisar el suelo que tenía astillas. Estaba semi desnudo, solo llevaba unos pantalones de
color beige harapientos y sujetados por cuerdas. Mis manos y mis pies atados con sogas y
delante mio una gran fila de gente, en similares condiciones, hombre y mujeres,
por detrás también. Fue ahí entonces donde ya no me gustaba esa vivencia, si es
que fue un sueño o no.
La gente hablaba en diferentes
idiomas, alemán, sueco, hebreo, inglés. Por suerte podía tener noción de
algunos de esos idiomas, es decir no saber que dicen, salvo un poco de ingles,
pero si identificarlos. El miedo era la peor arma que podría haber tenido y la
peor forma de enfrentar lo que se avecinaba luego.
La fila avanzaba lentamente,
siempre con una persona que corría por ese campo hasta desvanecerse. Todas las
personas que salían corriendo goteaban sangre de extremidades cercenadas
completamente, como si algo les hubiera arrancado de cuajo parte de sus
miembros.
El Juicio - Parte 1
Mis ojos se adentraron en una
oscura sensación de malestar, temía algo malo que podía pasar.... ¡es esa intuición
personal en la que te das cuenta que las cosas no son agradables, ni lo serán!; quería despertar y decir basta, pero mi estado de consciencia era demasiado
lúcido para ser un sueño. Como podía sentir, y percibir sensaciones reales,
tener la prudencia de lo que quiera que pase o del despertar de un sitio. O mis
reflejos estaban siendo demasiado rigurosos, o simplemente… era real.
Mientras avanzaba la fila, intentaba
desatarme y buscar la manera de escapar de la situación, pero era imposible,
los amarres eran muy fuertes y no había nada allí que me sirviera de utensilio
para cortarlas. Me sentía en estado de pánico por no poder controlar la
situación.
Y la fila avanzaba. Y los sucesos
desagradables proseguían, una y otra y otra vez.
Habrá sido en un abrir y cerrar
de ojos que ya estaba casi delante, un velo oscuro segmentaba lo que había
delante de mi compañero; el que estaba delante mio. Al cruzar los amarres entre
el y yo se soltaron, pero si seguían con el trasero, y luego lo vi correr a
través del trigo, teñido en sangre hasta esfumarse.
Y entonces algo me empujo a
caminar hacia ese velo, y atravesarlo. Sentía que iba contra mi voluntad. Y
crucé….
Trascendentales imágenes,
atemorizantes miradas oscuras, huecas, sin colores ni matices. Oprobio de los
dioses y anhedonia de la putrefacción. Ese hedor ingente y asqueroso que
despide un cuerpo al ser aliento de los gusanos en la tierra. Esa fue mi visión,
al vislumbrar lo que veía al cruzar el manto negro que cubría lo que no debía
verse.
La imagen era macabra y a la vez
sublime, había dos individuos, (si así pudiese describirse)
Frente a mí, había un tocón de
madera, resto de lo que era un árbol que quizás haya tenido su historia, las
raíces atravesaban el suelo como si estuvieran fusionados uno con el otro. A su
izquierda; mi derecha en ese entonces, se observaba a un hombre grande y
corpulento. El sujeto era morrudo, y parecería que su piel destilara resina
aceitosa como sudor, su vestimenta no difería mucho de la mía. Salvo por unas
sandalias grandes y amarradas hasta sus rotulas como serpientes. Entre sus
manos yacía un hacha de doble filo, uno de sus cortes poseía sangre seca y
gangrenada como si algo hubiera sido atravesado; en su cabeza había una capucha
negra, no se le podían ver los ojos, puesto que no poseía abertura alguna.
Y…a mi izquierda, ahí estaba…
ella, encantadora imagen, hasta entonces para mí había sido un icono pseudo-religioso
del siglo XII, pero cuando la vi, ahí parada mirándome con sus cuencas oscuras
y su lúgubre gesto, no podía entender a que se debía tal suceso. Parca, muerte,
como quieran llamarle, la misma señora que sega los hilos plateados de la vida,
estaba frente a mi, observándome, aspirando cada una de mis exhalaciones,
intentando beberme vivo, consumir mi valor e infundir miedo.
A pesar que un cráneo humano no
puede crear gestos, por no tener músculos, esta se deformaba, y esa tétrica
sonrisa se dibujaba en su rostro, dando dolor a mi vida, haciendo llorar hasta
al propio cielo que empezó a tronar. Su
ropaje largo y negro, se podía observar perforado y andrajoso, en la mano
derecha portaba el elemento que segaba vidas, el elemento de juicio y
sometimiento de la vida, una guadaña con que seguramente ha truncado la luz que
otros poseían y junto con eso, sus felices vidas. En el aire casi imperceptible
a la vista, levitando a su izquierda, un reloj de arena; caía sin cesar, y en
ella no había mucha por bajar, diría que mas de la mitad ya había caído en el
fondo que a la vez es el principio de otro fin, infinitamente.
La Parca y el verdugo se miraron
entre sí.
Aquel gordo grasoso tomo mi mano
derecha, la ató al tocón, poniéndome de rodillas. Blandió su hacha varias
veces para apuntar el corte perfecto, como un carnicero rebana un trozo de
carne cruda y fría en su almacén. Mi reacción fue nula, mi estado de shock era
simplemente aberrante, no podía gritar más que un sonido sordo que no podía
escuchar por tanto miedo, solo quería despertar de aquella pesadilla. Pero el
hacha no hizo otro retroceso para apuntar y corto, corto mi muñeca derecha.
Me erguí y al ver ese muñón con algunas falanges quebradas pude sentir asco y
miedo. El dolor era insoportable, y mis lágrimas caían una detrás de otra,
sentía mi garganta seca como un desierto, no podía expresar esa situación tan
desagradable que estaba pasando. Solo pude hacer lo único que podía hacer en
ese momento…. Correr, correr de allí, por el campo y huir de la escena.
Levántate y anda…
Desperté al instante.. llorando..
para darme cuenta que mi mano derecha no la sentía, era como si estuviera
anestesiada… pensé… ¿dormí en mala postura?, ¡Nooo, estaba boca arriba!.. y de la
nada empecé a sentir un dolor muy fuerte en mi muñeca, como si me hubieran
lacerado… fui al baño rápidamente y la hundí en agua fría… así aun llorando… se
iría después de 15 min, con un dolor muy fuerte. Mi temor se acrecentó cuando
todos los jueves después de volver de clases de computación soñaba con cuerpos
desmenuzados y cercenados, con sus lenguas fuera, con fetos en frascos y
escondidos detrás de las paredes de las casas. Sabía que lo que hice estuvo
mal, pero nunca pensé que sucederían estas cosas. A todo el mundo le mentía
diciendo que era esquizofrenia, pero en el fondo yo sabía la verdad. Sabía que
había cometido un grave error. Sabía que había trazado un pacto con la muerte,
una que me haría ver las cosas que nunca creí jamás vivir.
Muchos dicen que el mal no
existe, pero de algún modo está allí, a nuestro alrededor. Ahora estaba pagando
el precio de mi cabeza por jugar con fuego sin saber que puede quemar.
Ya era mitad de año, y era
jueves. La escena se repitió de nuevo como un Deja vu, yo no podía creerlo. Mi
abuelo había tirado el vaso al suelo con un codo, mi tía y mi tío gritaron por
ello.
Yo: Otra vez rompiste otro vaso.
Tío: ¿Como otro vaso?, ¿Ya rompió
otro y nosotros no sabemos?
Abuelo: No, no, yo no rompí nada.
Tía: ¿Seguro no?, ¿No me estará
mintiendo?
Abuelo: Lo juro
Tío: Y cuando lo rompió si vos lo
viste.
Yo: ¿Cómo cuándo?, hace un par de
semanas atrás y se ensañaron con él.
Tía: Este chico está mal de la
cabeza.
Yo: ¿No recuerdan?
Tío: Si la semana pasada él no
estaba acá.
Yo: Discúlpenme, debo estar
cansado.
Ignore y dije que sí, puede que
me haya confundido, pero en mi interior sabía que ya había pasado eso, para
colmo de los colmos yo tengo memoria eidética, algo que muy pocos pueden tener, yo lo considero una virtud, otros una locura.
Tenía sabor metálico en la boca,
y una acidez estomacal fuerte. Tome un Omeprazol y me fui a descansar, estaba
exhausto..
El Juicio - Parte 2
Nació de la nada, un susurro
airoso que atravesaba mi nuca. Escalofríos por doquier hicieron temblar todo mi
cuerpo cuando me encuentro en la misma escena de aquella vez. Mismo campo,
misma fila, misma enfermedad.
Esta vez estaba en medio de la
fila, casi llegando al final. Contar nuevamente lo que sucedió sería estúpido
de mi parte. Paso algo similar, solo contaré lo que cambió en ese lugar. La
gente ya no hablaba, sus lenguas ondulaban moviéndose en todas direcciones con
placer a través de sus dientes mientras sus carcajadas acrecentaban en gritos
de demencia.
Con sus propias salivas, reían
escabrosamente como si desearan pasar su mano por una picadora de carne y
mientras ven sus huesos quebrarse gritaban de placer. Esas eran las imágenes
que se me veían a la mente en ese momento.
Cuando deberían estar asustados,
estaban felices de recibir el castigo de la carne fresca.
Yo en cambio no comprendía si
estaba en el infierno o en algo mucho peor. Sabía que no había vuelta atrás,
sabía que ya había hecho lo que había hecho y tenía que pagar de alguna forma.
Tal vez no era la forma que creía que tenía que pagar o tal vez yo no era el
que tomaba esa elección. Me aterre aún más cuando uno de los de la fila se
arrancó con sus mandíbulas parte de la carne de una mano dejando tendones y
falanges a la vista, para saborear algo por su tremendo apetito....aun con la columna avanzando hacia la perdición.
Y llegó mi momento, esta vez no
fue mi mano entera, suplique a la muerte que ya había aprendido la lección, que
haría lo que sea para que esto se detuviese, el verdugo gimió como un cerdo en
un chiquero al reír y verme en estado de shock; esta vez fueron dos falanges el dedo índice y el anular (misma mano,
a pesar que apuntó a cortar todos los dedos). El reloj de arena ya casi se
acababa. Misma escena, salí corriendo de allí con dolor.
Viviendo una pesadilla
Me levanté de la cama sudado y no
sentía esos dedos, solo el dolor terrible que me volvía loco, hice lo que debía
hacer, abrí el grifo de agua fría, y los deje en remojo con mis lágrimas
cayendo. Sabía que algo no estaba bien. Sabía que las cosas estaban empeorando
y cada día estaba más mal.
Y sabía que no iba a detenerse
hasta volverme o un maldito desquiciado, un loco o un cadáver. Ese fue el
momento en que dije, prefiero morir antes que vivir una vida en un loquero, en
un sitio donde vea todos los días esa carnicería.
No sé qué fue lo que me atacó
primero, fue el cansancio de ver que todos los jueves se repetían la misma
historia, una y otra y otra vez. Diferentes sueños aterradores, sin aun
presentarse el del juicio. ¿Acaso era un adoctrinamiento para volverme loco y
generar más locura preguntaba en mí? ¿Había acaso perdido ya la noción de mi
ganas de vivir?. ¿Querría la muerte que me suicidase para hacer el trámite más
corto?
Adáptate o Perece
Cada día de mi vida intentaba balancear todo aquello
que me desequilibraba, tenía entendido que debía o adaptarme e intentar
sobrevivir o dejarme morir. Palabras similares a las que Hamlet se cuestionaba
antes de matar a su tío por que este asesino a su padre envenenándolo para quedarse con su madre y su trono. Solo que en Hamlet era un dilema, dos
soluciones que terminan con tragedias, pero en mi caso tenía que haber una
forma de que ese dilema se convirtiera en problema, y generar varias oportunidades, al
menos una salida, en la que saldría ganando. Pero… ¿cuál era la solución?
Estaba lejos de mis cabales, pensaba y pensaba, buscaba lo imposible, hasta
que se me paso por la mente algo. Ese día sabía que haría o podría hacer historia o encadenarme a un abismo sin fin. Pero era cuestión de tomar valor; una decisión definitiva.
Volví a quedarme solo en la
penumbra de la cama mientras mis ojos se cerraban, pero con la solución. Solo
necesitaba una forma de desatar mi mente. Mientras mis ojos se cerraban, pensé
con muchas ganas en aquello que anhelaba más que cualquier otra cosa, como todo el mundo. Ser
libre.
Juicio Final
Desperté parado, aunque la locura
reinaba ante mí. Había amanecido en ese sitio enceguecido con algo que se llama
cólera. Esta vez no llegué con miedo, esta vez llegue con coraje, ese día en
ese campo yo iba a imponer mi propio
juicio. Mi vida me pertenece y ningún otro individuo, ni la misma muerte (si es
que es ella realmente) tiene derecho a manipularme.
Mire por detrás, ya último en la línea
mire hacia abajo, un trozo de madera puntiagudo. Mirando que no haya moros en
la costa, lo frote hasta cortar los amarres de los pies y manos, lo guarde en
mi espalda metida casi en la parte trasera de mi pantalón andrajoso.
Camine hacia delante, sin temor,
lleno de ira, con ganas de desarmar a la parca y convertirla en una montaña de
huesos. Era tanto mi deseo de verla sufrir que ya no respetaba sus juicios.
Pues para mí no era lo que decía ser. La muerte no trabaja de este modo. Dudaba de ella.
Lo asimile porque yo hice lo que
hice. Recuerdo cuando monte un altar con sigilos y velas negras; un maleficio
sobre mí mismo esgrimí; estúpido para algunos quizás. Pero no era mi intensión lastimar
a nadie, prefería ser yo la rata de laboratorio. Esa magia negra, permitía según sus escritos
ver más allá de las almas, ver lo que otros no pueden ver. Fue firmada con mi sangre y luego quemada para
evitar que el contrato con dicho "Ser" pueda quebrantarse. ¡¡¡Si!!!, así es, ahora saben la verdad. Yo mismo me
hice esto. Y no es broma. Todo esto es verdad. No me importa si me creen o no..
yo sí lo creo, hay que ver y vivir para creer ¿no?
El Silencio Antes De La
Tormenta
Al llegar al frente el velo negro
se desvistió y se dejó ver. La muerte me propuso mi cabeza por vivir en el
mundo de los muertos y ser parte de su camada. Estaba al tanto de que no veía temor
e intuía que ella querría evitar cualquier pleito al no verme asustado. Pero lo que no sabía,
era que ya era tarde. Nunca sabemos de lo que somos capaces cuando una situación
nos ahoga tanto como para perder la razon despues de ser torturado multiples veces.
Camine hacia ella; el gordo
verdugo se quitó la máscara, revelando su rostro lleno de hongos y gusanos
recorriendo parte de su carne, su lengua fue arrancada de cuajo, dejando ver
solo trozos de dientes deformados por la falta de higiene.
Parca se dirigió a mí y mi dijo:
por tu lengua y para que no puedas hablar, evito tu cabeza y tu pasas a reemplazarlo a él.
Torturando almas por jugar con los sigilos del infierno.
Yo: La verdad es una oferta
tentadora.
Parca: Así es, no tienes que
pensarlo, solo di, sí o no. Y lo tendrás.
Yo: ¿Quién eres realmente? Tú no
eres la muerte ¿o sí?
Parca: Tus dudas son tus propias
respuestas. Pero que importa si lo soy o no. Puedes segar conmigo almas y
cuerpos. Puedes infundir miedo. Solo tienes que pedirlo y lo tendrás.
Si
aceptas, tendrás más que lujos, podrás usar toda esa rabia me que me muestras
contra almas inocentes que jugaron con fuego, como tú lo has hecho. Y sino
tendrás el privilegio de morir aquí y ahora, sin más, pero créeme que si tú
crees que este es el peor camino, del otro lado te esperan cosas mucho más
salvajes, ¿te gustaría ser como Sísifo, me preguntó? Tu bien sabes que no
tienes elección alguna más que estas dos, así que apúrate por que el tiempo se
te acaba. Ahora toma una decisión.
El reloj casi goteaba los pocos gránulos
de arena.
Me dirigí hacia parca, a lo que empezó
a retroceder ante mí, parecería que ahora la que me temía era ella no yo.
La mire con indiferencia,
suavemente sin que esta pueda darse cuenta, puse mis manos por detrás para
tomar ese trozo de palo puntiagudo mientras avanzaba hacia ella.
Y recordé unas palabras de un
libro de H.P. Lovecraft; clamé esa frase con todas mis fuerzas “Que no está muerto lo que yace eternamente, y con los eones por
venir incluso la muerte puede morir” al mismo tiempo vociferaba un ruido sordo y gutural de mis
cuerdas vocales mientras clavaba aquel palo en su
pecho huesudo.
Ella empezó a chillar con un
sonido tan agudo que podría hacer sangrar los oídos de cualquier cosa
existente. Se empezó a quemar y mientras
las cenizas a esparcirse por doquier. Siempre rugiendo.
Mientras el cielo se inflamaba de
tormentas y rayos que caían de fondo y relámpagos, el gordo verdugo no permitiría
que esto pasara. Tomo el hacha y la levantó hacia mí. No me dio tiempo a hacer
algo para defenderme, él fue demasiado rápido. Pero no llego a blandir su
herramienta ya que el suelo de madera se empezó a resquebrajar y se abrió en
dos; unas lenguas de fuego lo abrazaron y se lo llevaron hacia abajo, el suelo rápidamente
se cerró, dejándome solo en la escena.
Al terminar esa locura, vi que la
tormenta había parado, su guadaña, su hacha y su misión se habían desvanecido.
No podía creer lo que había hecho. ¿Matar a la muerte es posible? Me decía por
dentro. Sus cenizas ya no se veían por ningún sitio.
El cielo se despejó y salió el
sol. Tan solo me quedaba hacer una cosa para salir de allí, mire hacia arriba, sonreí
de placer y camine sobre el campo.
Wake up!
Al despertarme ya no sentí nada, no había dolores ni cosas
enfermizas. Mi valor había derrotado a un ser despreciable. Aun le tengo
respeto a la muerte, pero no miedo. Y hoy por hoy, tras pasar tanto tiempo de
aquel día, miró hacia atrás y digo.. yo lo hice. Con voluntad y creencia, pude
vencer lo invencible. Pero solo fue un deseo, y es el de querer ser libre, ni más,
ni menos.