domingo, 5 de octubre de 2014

Ekron




Mi amigo me dijo, Chris… abramos la pared y comprobemos. Desistí, pero me termino convenciendo. Tome un mazo grande de los que había en el sitio. Y comenzamos a derruir la pared, golpe a golpe. Cuando apareció, un esqueleto, casi deforme. Parecía una mujer, de baja estatura, con los ojos volteados hacia arriba, pero se notaba que por la expresión facial de lo poco que quedaba de piel en su rostro, habría sido metida en esa brecha viva. Cayó al suelo y se rompió en pedazos. Mi amigo me dijo, busquemos más… quiero ver. Yo me negaba, pero terminaba asintiendo al final. Abrimos otro boquete en la pared, y otro, en el suelo, entre los dos cadáveres ya sin piel ni carne que logramos sacar, uno de ellos era diferente. Su columna vertebral estaba deforme. Creí al principio que sería una malformación, pero luego vi que el otro cadáver presentaba algo similar pero casi imperceptible. En su columna a mitad de las vértebras de la espalda, nacía otra extensión que terminaba a la altura de su nuca, aproximadamente. Empecé a buscar algo sobre ello, y no encontraba nada. Cuando casi me doy por vencido, recuerdo los libros de la chimenea y me dirijo a ellos buscando una respuesta. Al abrirlos, contenían dibujos de anatomía avanzada, que hablaban acerca de estas deformaciones.






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